Hay días en que las discusiones son concretas o coyunturales; exploratorias o cotidianas. Hay días en que las conversaciones son filosóficas hasta el hueso e intentan, de manera fútil, concluir lo imposible. Este capítulo es testimonio de uno de estos últimos tipos de días.

Es que intentar descifrar la esencia del juego es un viaje al juego mismo, a lo necesario, a lo especial y lo diferenciador. Es una zambullida imposible, para encontrar el significado mágico de lo diario y del quehacer que tanto apreciamos. Es un intento, quizás tan inútil como reflexivo, pero que sin embargo queremos compartir con quien tenga orejas para oír.

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