
Conocí a Clara respirando. Literal. En uno de los talleres que imparto, “Mujeres que Respiran” y no necesitaba instrucciones: lo suyo era entrega pura.
Después visité su centro Luna Clara y lo entendí todo: el autocuidado no empieza en el neceser, sino en el permiso para parar.
Hablamos de plantas, piel y pausas. De lo que toca de verdad. Si alguna vez te dejaste para el final, este episodio es para ti. Escúchalo, respíralo y recuerda: no viniste a sobrevivir con la cara lavada.