
En el primer capítulo de esta obra de Marguerite Yourcenar, Adriano habla de su estado físico. De lo consciente que es de su enfermedad, de su cuerpo venido a menos y de la certeza de la muerte. Sin embargo al mismo expresa el cuidado y amor que le ha dado y que le da a su carne. Así como de la incertidumbre, cada vez más estrecha, del día y la hora de su último respiro.