Los hermanos Grimm, escribieron su famoso libro “cuentos para la infancia, y el hogar”, que sería asimilado de distintos modos en occidente. A veces, inexplicablemente.
Jonathan Swift escribe “el arte de la mentira política” hace 3 siglos; tristemente, sigue vigente.
Abbey escribe “La banda de la tenaza” y muestra la lucha ciudadana contra la devastación ambiental
La restauración de la película “El tren fantasma” se documenta en el volumen dos de los cuadernos de restauración de la filmoteca de la UNAM. Espectacular filme de 1926 que todavía sigue funcionando, gracias al esfuerzo de la filmoteca de la UNAM.
Los suecos Sjöwall y Wahlöö escriben “La habitación cerrada”, otro caso del detective Martin Beck y ponen en claro que la policía se equivoca mucho más de lo que le atina al investigar el crimen.
El cuento corto “La mano de San Alejo” de Edgar Martínez González recuerda la importancia de toda buena literatura y lleva a entender la historia inamovible inmobiliaria. www.palabraherida.com
Silvester Stallone, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Steven Segal y otros musculosos marcaron una época cinematográfica, pero también mostraron cómo el arte cambia la vida cotidiana
Deepti Kapoor escribe “La edad del vicio” sobre la relación delincuencia-gobierno en Delhi con la historia de la 2a generación de delincuentes. De pronto la India no parece tan lejana.
Donald Westlake escribe la novela “Un diamante al rojo vivo”, eficaz texto del subgénero policiaco de “robo de bancos”, donde recordamos que la inteligencia y las habilidades manuales son suficientes para cambiar al mundo
Zola escribe “La tumba” y “Naná” para hablar del alcoholismo y la concupiscencia como degradación social. Naturalismo a tope. Muy convincente.
William C. Gordon escribe “el rey de los bajos fondos” y evidencia las fallas judiciales norteamericanas y la amalgama de nacionalidades que hacen grande a los EUA. Aunque no les guste a los populistas
Phillip K. Dick escribe la novela “Fluyan mis lágrimas, dijo el policía”. Si la realidad es incomprensible, no es culpa del espectador, parece decirnos desde su autoría literaria.
Boris Vian, siempre eficaz, habla mucho de sexo, pero como un arma capaz de humillar y doblegar al contrario; incluso para atraerlo al redil.
Hitoshi Iwaaki crea el manga “Parasyte”, clásico, texto de invasión extraterrestre, para cuestionar la autoridad moral del hombre sobre el resto de las especies.
Lindsey Davis escribe “Último acto en Palmira” para hablar de las provincias romanas de la Decápolis, del humor visto por sus intérpretes y de la novela histórica como variante policial.
Enrique Jardiel Poncela es autor de “Amor se escribe sin Hache”, donde el amor y el erotismo nos dan horas de sana diversión gracias a este humorista agotable.
“El último catálogo para la tierra entera, acceso a las herramientas” ofertaba a finales de los 60 la posibilidad de ser autodidacta y vivir de forma autónoma respecto de la sociedad. Útil y subversivo.
Horace McCoy escribe “Los sudarios no tienen bolsillos” para exponer a una prensa necia en sacar la verdad y las consecuencias que sufre.
James Mangan escribe historias fantásticas, pero incluye la ludopatía y también aspectos fundamentales de la esencia humana.
Nickolas Butler escribe “Buena suerte”, novela noir, donde los crímenes no impiden observar que el trabajo puede ser el camino a la autocomprensión o el medio para visualizar y materializar conceptos trascendentales.