Un controvertido dibujante va a hablar sobre su nuevo proyecto en una librería de Gotemburgo. Se trata de un recopilatorio de tiras cómicas de su serie satírica sobre Mahoma; el profeta. La actividad es interrumpida por tres jóvenes armados que, tras un primer disparo, toman como rehenes a la treintena de personas que han asistido al evento. Se desata el terror. Son dos chicos y una chica. Esta última tiene como tarea filmar con su celular y transmitir los acontecimientos en directo. Pero los hechos van en tal dirección que la muchacha cambia de opinión, quiere marcharse de allí, quiere que sus dos compañeros desistan del objetivo que los llevó hasta ese lugar. A partir de este momento, la historia gira y pasa de la narración de hechos brutalmente realistas a una visión lúgubre del futuro de Suecia. Ocurre que nos encontramos con la misma chica dos años después del atentado. Vive en un hospital psiquiátrico donde fue ingresada hace tiempo y desde el cual se pone en contacto con un escritor con quien quiere compartir su historia. Sostiene venir del futuro para revertir los hechos que, a su juicio, condujeron al estado de cosas 30 años más tarde. Dice venir desde una Suecia con campos de hacimamiento para musulmanes y judíos, con caballeros de los corazones que ejercen controles de documentación del contrato ciudadano; caballeros al servicio de la defensa de valores “puramente” suecos. A esta altura, estamos hablando de una distopía sobre una Suecia fascista y del colapso de nuestra civilización.