Como antiguo bibliotecario de la abadía, no hay nada que me satisfaga más que hablar sobre libros. Para ello me he dotado de este pequeño espacio con el fin de compartir con ustedes aquellas lecturas que, bajo mi juicio, bien merecen correr el riesgo de morir envenenado.
Acompañadme y, sobre todo: leed, malditos, leed. Salvo el segundo libro de la Poética de Aristóteles.
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En plena dictadura chilena, un angustiado hombre llega a las oficinas de una revista de oposición. Es un agente de la policía secreta. Quiero hablar, dice, y una periodista prende su grabadora para escuchar un testimonio que abrirá las puertas de una dimensión hasta entonces desconocida. Siguiendo la hebra de esta escena real, Nona Fernández activa los mecanismos de la imaginación para acceder a aquellos rincones donde la memoria y los archivos no han podido llegar.
Confrontando su propia experiencia con los relatos del hombre que torturaba, la narradora entra en las vidas de los protagonistas de ese testimonio ominoso: la de un padre que es detenido en una micro mientras lleva a sus hijos al colegio y la de un niño que cambia de nombres y de vidas hasta ser testigo de una masacre, entre otras.
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*Music from Pixabay*
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