Send us a text Desde hace miles de años, una luz roja ha cruzado el cielo sin titilar. A diferencia de las estrellas, parecía moverse a su antojo, detenerse, retroceder, como si tuviera voluntad. Su color recordaba la sangre y el fuego, y su comportamiento, la furia. Los antiguos la llamaron Nergal, Ares, Marte: dios de la guerra, del verano abrasador, del desorden. Cada civilización la miró con el mismo temor: cuando esa estrella ardía en el cielo, algo iba a romperse en la Tierra. Hoy sabem...
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