
Hoy estaremos leyendo Jeremías 45-46, Hebreos 7:1-10 y Proverbios 11:21-31. En Jeremías 45 y 46, encontramos dos escenas contrastantes. En el capítulo 45, Dios dirige un mensaje personal a Baruc, el escriba de Jeremías. Baruc estaba desanimado, sintiendo el peso del ministerio y el dolor de ver el juicio sobre su pueblo. El Señor le dice: “Tú buscas grandes cosas para ti, pero no las busques.” En medio de la crisis, Dios no le promete comodidad, sino protección. Le asegura que su vida será su recompensa dondequiera que vaya. A veces Dios no cambia las circunstancias, pero sí sostiene a los que permanecen fieles dentro de ellas. En el capítulo 46, la atención se vuelve hacia Egipto. Dios anuncia su juicio sobre las naciones, recordando que ningún poder humano puede resistir Su soberanía. Egipto, que había parecido un refugio seguro para Judá, también será derrotado. Pero incluso en medio del anuncio de destrucción, Dios da un mensaje de esperanza a su pueblo: “No temas, Jacob, siervo mío, porque yo estoy contigo.” En medio del caos y la justicia divina, Dios sigue afirmando Su pacto. Reflexiona: ¿Estás buscando grandeza o fidelidad? ¿Tu esperanza está en las promesas de Dios o en la seguridad que este mundo ofrece?
En Hebreos 7:1–10, el autor presenta a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, como una figura que anticipa a Cristo. Melquisedec bendijo a Abraham y recibió de él los diezmos, mostrando una autoridad espiritual superior. Su nombre significa “rey de justicia”, y “rey de Salem” significa “rey de paz”. De este modo, Melquisedec se convierte en una sombra profética del sacerdocio de Jesús: un sacerdocio eterno, no basado en linaje humano, sino en el poder de una vida indestructible.Cristo es nuestro Sumo Sacerdote perfecto. No intercede por deber, sino por amor; no ofrece sacrificios repetidos, sino uno solo y suficiente. Mientras los hombres cambian, su sacerdocio permanece. Nuestra fe no se basa en instituciones, sino en un Salvador que reina y media para siempre. Reflexiona: ¿Tu confianza está puesta en Cristo como tu sacerdote eterno? ¿Descansas en Su intercesión constante o sigues intentando cargar con tus propias culpas?
En Proverbios 11:21–31, continúa el contraste entre el justo y el malvado. “Tarde o temprano, el malo no quedará sin castigo; pero la descendencia de los justos se librará.” La justicia produce estabilidad, mientras que la maldad destruye desde dentro. El corazón generoso prospera, y el que da con libertad será recompensado. “El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado.” La sabiduría enseña que la verdadera riqueza no está en acumular, sino en compartir. Las manos abiertas atraen bendición; las manos cerradas terminan vacías.