
Hoy estaremos leyendo Jeremías 41-42, Hebreos 6:1-12 y Proverbios 11:1-10. En Jeremías 41 y 42, el caos continúa después de la caída de Jerusalén. Gedalías, el gobernador nombrado por Babilonia, es asesinado por Ismael, un hombre lleno de ambición y resentimiento. Este acto de violencia genera miedo entre los pocos que habían quedado en Judá. Temiendo represalias, los líderes buscan al profeta Jeremías y le piden que ore al Señor para saber qué deben hacer. Le prometen que obedecerán la respuesta, sea favorable o no. Jeremías ora durante diez días, y cuando recibe la palabra de Dios, el mensaje es claro: “Quédense en esta tierra, y yo los edificaré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré.” Pero si descienden a Egipto buscando seguridad, morirán por espada, hambre y peste.Sin embargo, cuando escuchan la respuesta, se niegan a creer. Lo acusan de mentir y deciden hacer su propia voluntad. Habían pedido dirección, pero no estaban dispuestos a obedecer.Reflexiona: ¿Estás pidiendo a Dios que te hable, pero solo si dice lo que quieres oír? ¿Estás dispuesto a obedecer Su voz incluso cuando te incomoda o desafía tus planes?
En Hebreos 6:1–12, el autor exhorta a los creyentes a avanzar hacia la madurez espiritual. Les dice: “Dejemos las enseñanzas elementales acerca de Cristo y avancemos hacia la madurez.” La fe no puede quedarse estancada. Luego advierte sobre el peligro de aquellos que han probado la verdad y se apartan, endureciendo su corazón. Pero también anima, recordando que Dios no es injusto; Él no olvida el amor ni las obras de quienes le sirven con fidelidad. Por eso los invita a imitar a los que, mediante la fe y la paciencia, heredan las promesas.La madurez no se demuestra por cuánto sabemos, sino por cuánto perseveramos. Seguir firme en la fe cuando no hay resultados visibles es la señal de una fe genuina.Reflexiona: ¿Estás avanzando hacia la madurez o permaneces en lo básico? ¿Tu fe sigue creciendo o se ha enfriado con el tiempo?
En Proverbios 11:1–10, la sabiduría práctica se enfoca en la integridad. “El Señor aborrece la balanza falsa, pero aprueba el peso exacto.” La honestidad es una expresión de justicia, y la justicia atrae el favor de Dios. El orgullo lleva a la ruina, pero la humildad precede a la sabiduría. La rectitud guía al íntegro y libra al justo del peligro. “Por la bendición de los justos prospera la ciudad, pero por la boca de los malvados es destruida.” Este proverbio nos recuerda que nuestras palabras y decisiones influyen más allá de nosotros mismos; pueden traer vida o destrucción a todo nuestro entorno.