
Hoy estaremos leyendo Jeremías 37-38, Hebreos 4 y Proverbios 10:11-20. En Jeremías 37 y 38, encontramos al profeta enfrentando una fuerte oposición por hablar la verdad de Dios. El rey Sedequías lo consulta en secreto, esperando una palabra favorable, pero Jeremías le dice la verdad aunque le cueste la libertad: Jerusalén será entregada en manos del rey de Babilonia. Por su mensaje, es acusado falsamente, golpeado y arrojado a una cisterna llena de lodo, donde casi muere. Sin embargo, Dios levanta a un hombre llamado Ebed-melec, quien intercede y lo rescata. A través de esta historia vemos que la fidelidad a Dios a veces trae sufrimiento, pero también Su protección en los momentos más oscuros. Reflexiona: ¿Estás dispuesto a mantenerte fiel a la verdad de Dios, incluso cuando eso te cueste comodidad o aceptación? ¿Crees que Dios puede levantar personas a tu favor en medio de la dificultad?
En Hebreos 4, el autor nos habla del “descanso de Dios”, ese reposo espiritual que está disponible para quienes creen y obedecen. Israel no pudo entrar en ese descanso por incredulidad, pero el llamado sigue vigente: “Hoy, si oyes su voz, no endurezcas tu corazón.” El texto también nos recuerda que la Palabra de Dios es viva, poderosa y penetrante, capaz de revelar lo que hay en lo profundo del alma. Finalmente, se nos invita a acercarnos confiadamente al trono de la gracia, sabiendo que tenemos un Sumo Sacerdote compasivo, Jesús, que entiende nuestras debilidades y nos da ayuda oportuna. Reflexiona: ¿Estás viviendo en el descanso que proviene de confiar plenamente en Dios, o estás agotado por tratar de controlarlo todo? ¿Estás permitiendo que Su Palabra te confronte y transforme desde lo más profundo?
En Proverbios 10:11-20, se nos enseña el poder de las palabras y la diferencia entre el justo y el necio. “Las palabras del justo son fuente de vida, pero las palabras del perverso esconden intenciones violentas” (v. 11). Quien habla con sabiduría edifica, mientras que el que habla sin pensar causa daño. “El que habla demasiado lleva al pecado; el sabio, en cambio, controla su lengua” (v. 19). El proverbio nos invita a usar nuestras palabras con cuidado, sabiendo que pueden traer vida o destrucción.