
Hoy estaremos leyendo Jeremías 23-24, Filemón 1:1-7 y Proverbios 8:1-10. En Jeremías 23, Dios confronta a los falsos profetas que engañaban al pueblo con mensajes de paz cuando Él había decretado juicio. El Señor promete levantar un Rey justo, del linaje de David, que traerá salvación y justicia verdadera: una profecía que apunta claramente a Jesús. Él dice: “El Señor es nuestra justicia” (v. 6). En Jeremías 24, el profeta tiene una visión de dos canastas de higos: una con higos buenos y otra con higos podridos. Dios explica que los exiliados obedientes —aunque sufran el exilio— son como los higos buenos, porque su corazón será restaurado. Pero los que permanecen rebeldes, aunque sigan en Jerusalén, serán destruidos. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que Dios restaure tu corazón aun cuando atraviesas temporadas difíciles? ¿Estás discerniendo entre las voces verdaderas y las falsas, siguiendo la verdad de Cristo, el Rey justo?
En Filemón 1:1-7, Pablo escribe una carta breve pero profundamente personal. Le habla a Filemón, un creyente maduro y generoso, y lo elogia por su amor y fe que han fortalecido a otros cristianos. Pablo le dice: “Tu amor me ha dado mucha alegría y consuelo” (v. 7). Esta carta nos recuerda que la fe genuina no solo se expresa con palabras, sino con acciones que edifican y reaniman el corazón de los demás. Reflexiona: ¿Tu fe está trayendo ánimo a quienes te rodean? ¿Eres conocido por ser alguien que reaviva el corazón de los demás con tu ejemplo, tus palabras y tus gestos de amor?
En Proverbios 8:1-10, la sabiduría se presenta como una voz que clama en las alturas, en las puertas de la ciudad, llamando a todos a escuchar. Ella dice: “Elijan mis enseñanzas en lugar de la plata, y el conocimiento antes que el oro puro” (v. 10). La sabiduría divina es más valiosa que cualquier riqueza, y solo los humildes la hallan.