
Hoy estaremos leyendo Jeremías 21-22, Tito 3 y Proverbios 7:21-27. En Jeremías 21, el profeta entrega un mensaje directo al rey Sedequías durante el asedio babilónico: Dios no peleará por Jerusalén esta vez, porque el pueblo ha persistido en su maldad. Les dice: “Pondré delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte” (v. 8). El juicio de Dios no era arbitrario, sino consecuencia de una rebeldía constante. En Jeremías 22, Dios confronta a los reyes de Judá por su injusticia y corrupción. Les recuerda que conocerlo no se trata solo de religiosidad, sino de practicar la justicia, defender al débil y cuidar al necesitado. El Señor lamenta: “Tú solo te preocupas por enriquecerte, derramando sangre inocente” (v. 17). Reflexiona: ¿Estás caminando por el camino de la vida que Dios pone delante de ti? ¿Tu fe se refleja en acciones de justicia, compasión y servicio hacia los demás?
En Tito 3, Pablo instruye a los creyentes a vivir con humildad y buenas obras, recordando que todos fuimos rescatados por la gracia. “Nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (v. 5). También les enseña a evitar discusiones inútiles y a mantenerse enfocados en el bien. La fe auténtica se demuestra en la forma en que tratamos a otros y en cómo reflejamos el carácter de Cristo. Reflexiona: ¿Tu vida refleja gratitud por la gracia que Dios te ha dado? ¿Estás usando tus palabras y acciones para construir, servir y traer paz donde estás?
En Proverbios 7:21-27, se cierra la advertencia sobre la seducción del pecado. El sabio describe cómo el joven ingenuo se deja arrastrar “como un buey al matadero” (v. 22). La lección es clara: la desobediencia y la falta de dominio propio siempre conducen a la destrucción. “Su casa es camino al sepulcro; desciende a las cámaras de la muerte” (v. 27). La sabiduría no solo advierte, sino que busca salvarnos antes de caer.