
Hoy estaremos leyendo Jeremías 19-20, Tito 2 y Proverbios 7:11-20. En Jeremías 19, el Señor ordena al profeta comprar una vasija de barro y romperla ante los líderes de Judá como señal del juicio que vendrá sobre Jerusalén. Este acto simbólico muestra cómo Dios destruirá la ciudad por su idolatría y su injusticia, especialmente por haber derramado sangre inocente. En Jeremías 20, Jeremías es golpeado y encarcelado por el sacerdote Pasur, y expresa su profunda frustración: siente el peso del rechazo, pero no puede dejar de hablar lo que Dios pone en su corazón. En medio de su angustia declara con valentía: “El Señor está conmigo como un guerrero poderoso.” A pesar de su dolor, Jeremías elige confiar en que Dios le defenderá. Reflexiona: ¿Qué haces cuando obedecer a Dios te trae oposición o rechazo? ¿Puedes confiar, como Jeremías, en que el Señor peleará tus batallas aunque otros te malinterpreten?
En Tito 2, Pablo enseña a Tito cómo guiar a la iglesia con sabiduría práctica. Le instruye a enseñar a hombres y mujeres de todas las edades a vivir con dominio propio, pureza y respeto. También resalta la importancia del ejemplo personal: “Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras” (v. 7). Finalmente, Pablo resume el corazón del Evangelio: “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación de todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente” (vv. 11-12). Reflexiona: ¿Tu vida refleja la gracia de Dios en tus acciones diarias? ¿Estás siendo ejemplo de fe, pureza y dominio propio ante los demás?
En Proverbios 7:11-20, el sabio continúa advirtiendo sobre la seducción del pecado. Describe a la mujer adúltera como una persona escandalosa y rebelde, que usa la apariencia y las palabras para atrapar a su víctima. Ella dice: “He venido a buscarte y te he encontrado” (v. 15). Esta imagen representa toda tentación que promete placer inmediato, pero lleva a la destrucción.