
Hoy estaremos leyendo Jeremías 17-18, Tito 1 y Proverbios 7:1-10. En Jeremías 17, el profeta contrasta dos tipos de personas: las que confían en los hombres y las que confían en Dios. Dice que los que dependen del ser humano “serán como un arbusto solitario en el desierto”, pero los que confían en el Señor “son como árboles plantados junto al río, cuyas raíces se extienden hacia la corriente” (v. 8). Jeremías también declara que el corazón humano es engañoso, y solo Dios puede conocerlo plenamente. En Jeremías 18, el Señor envía al profeta a la casa del alfarero, donde le muestra una vasija que se estropea en sus manos, pero el alfarero la vuelve a hacer. Así le enseña que Dios tiene poder para rehacer a su pueblo si se arrepiente. Reflexiona: ¿Estás confiando realmente en Dios o en tus propias fuerzas? ¿Le estás permitiendo al Señor moldear tu vida como el alfarero moldea el barro?
En Tito 1, Pablo instruye a su discípulo Tito sobre cómo establecer liderazgo en las iglesias de Creta. Le ordena nombrar ancianos con carácter irreprochable, fieles en su matrimonio y ejemplo para sus familias. También le advierte sobre falsos maestros que distorsionan la verdad y viven solo para el beneficio propio. Pablo enfatiza que el conocimiento de la verdad debe ir acompañado de una vida piadosa y de buena conducta. Reflexiona: ¿Tu fe está produciendo un cambio real en tu carácter? ¿Eres ejemplo de integridad y fidelidad en tu hogar y tu entorno?
En Proverbios 7:1-10, el sabio llama a guardar las enseñanzas como un tesoro y atarlas al corazón. Advierte sobre la mujer adúltera, símbolo de toda tentación que seduce y desvía del camino correcto. “Hijo mío, obedece mis palabras… escríbelas en la profundidad de tu corazón” (v. 1-3). La sabiduría protege del engaño y de las decisiones que pueden destruir la vida.