
Siempre me dijeron que la arquitectura era seria, casi solemne… hasta que descubrí que mi verdadera superpotencia era ser un friki sin remedio. Amo la ciencia ficción, los cómics, las naves espaciales y todo lo que implique imaginar futuros imposibles. Y creo, sinceramente, que en tiempos como estos, esa mezcla explosiva es lo que puede salvarnos. En este episodio hablamos de cómo la arquitectura se ha quedado atada a tradiciones conservadoras —esos dos dormitorios, un baño y cocina de catálogo— mientras el resto del mundo ya está jugando en modo multiverso. Porque ser friki no es un problema: es el motor para imaginar, experimentar y diseñar lo que todavía no existe.