
En la historia de la iglesia ha habido cuatro siglos en los que la confesión de la deidad de Cristo fue un asunto espinoso y crucial dentro de la iglesia.
Fueron los siglos cuarto, quinto, diecinueve y veinte.
Aparte estamos siento testigos durante este siglo que las mismas herejías arremeten contra la iglesia, es urgente que resguardemos la confesión de la iglesia sobre la deidad de Cristo.
En el Concilio de Nicea, en el año 325 d.C; la iglesia en oposición a la herejía arriana declaró que Jesús había sido engendrado, no hecho, y que su naturaleza divina era de la misma sustancia (homousios) que la del Padre. Esta afirmación declaró que la Segunda Persona de la Trinidad es una en sustancia con Dios el Padre. Es decir, el "ser" de Cristo es el ser de Dios. No es solo semejante a la Deidad, sino que es la Deidad.
La confesión de la deidad de Cristo surge de los múltiples testimonios del Nuevo Testamento. Como el Logos Encarnado, Cristo se nos revela no solo como siendo preexistente a la creación, sino eterno. Se nos dice que en el principio era con Dios y que también Él era Dios (Juan 1:1-3).
Que sea con Dios requiere una diferencia personal dentro de la Divinidad. Sprool. G.B.