
El sistema no deja nada al azar, disfraza el esfuerzo y adquiere símbolos para seguir replicando la competencia, la apariencia y la manoseada frase <el pobre es pobre porque quiere>, sigue responsabilizando al individuo, dando lecciones por medio de referentes que adquieren validez en la ignorancia y la rutina mercantilista. No es normal ni válida la existencia de una brecha monstruosa entre los ingresos de dos individuos, no es normal ni valida la figura ficticia de la movilidad social por 1 peso de diferencia...