
Las reuniones de la iglesia deben redundar en bendición, unidad y acercamiento a Dios. Había quienes abusaban de su libertad cristiana, y creían que esa libertad les permitía saciarse y embriagarse sin tener en mente la edificación de la iglesia, a los creyentes más débiles, ni a los necesitados. La cena del Señor se celebraba con una comida fraternal. Que contradictorio que en una celebración de rendimiento al Señor se daba rienda suelta a sus gustos personales.
En la fraternidad dentro de la iglesia no hay lugar para el egoísmo. La fraternidad y el compañerismo tienen como finalidad la satisfacción, el crecimiento y santificación de todos. En la iglesia se debe experimentar el crecimiento por medio del compañerismo.
La proclamación del evangelio trae como resultado que la cena se siga conmemorando. Esto aumenta aún más el valor de la ordenanza para la evangelización. ¿Por qué evangelizar? Porque hay personas que nunca van a participar de la cena del señor, lo que implica que nunca serán parte del cuerpo de Cristo y nunca serán limpiados por la sangre de Cristo. Se evangeliza y se conmemora “hasta que él venga”.
¿Cómo estamos en relación a nuestros hermanos en la fe? ¿Somos culpables de hacer acepción de personas? ¿Nos portamos como si amáramos a todos por igual en la iglesia, sin que importe su condición económica, social o educativa?
Es una invitación a comprender que todo lo que Dios hace en la iglesia se realiza en comunidad. Aunque la salvación es personal, se vive, se manifiesta y se disfruta en comunidad.