
¿Sabes esa sensación de sentir cosas todo el rato, no poder parar de reír y de repente necesitar llorar, querer entender la vida y el por qué de todo a tus dieciocho? Yo me la conozco muy bien, por eso este episodio es todo lo contrario: un tema de conversación banal que podrías tener con tu vecina en el ascensor.