
Señor, Tú que has hecho crecer en María Rivier un espíritu de fe y confianza, siguiendo su ejemplo, haznos inquebrantables en esta forma de amor: "Todo nos viene de Dios", decía. "La santidad comienza con el espíritu de fe y finaliza en el amor divino".
Pon en nosotras, Señor, el espíritu de fe que le embargaba.