
Hay días en los que no hay ganas.
Y está bien. Somos humanos. Pero también hay que entender que si esperas sentirte motivado para moverte, tu negocio se va a quedar esperando contigo.
En este episodio hablamos de lo que pasa cuando la motivación no alcanza, y cómo la acción —aunque sea mínima— se convierte en el verdadero motor del crecimiento.
Reflexiono sobre lo difícil que es mantener el ritmo cuando nadie te obliga, lo importante que es sostener tu marca personal desde la constancia, y por qué las treguas deben tener fecha de caducidad.
Un episodio para recordarte que la motivación no es el punto de partida, sino el resultado.
Y que hacer el trabajo, incluso sin ganas, es una de las formas más sinceras de amor por lo que haces.
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