
La sadhana nos enfrenta a una paradoja esencial: la tensión viva entre la disciplina y la rendición.
Solo cuando sostenemos la continuidad sin rigidez —cuando la práctica se vuelve presencia y no obligación— puede florecer la transformación.
El esfuerzo abre el camino, pero es la entrega la que lo revela.
En ese punto medio, donde la estructura se vuelve espacio y la constancia se vuelve libertad, el yoga muestra su verdadero rostro: el arte de habitar la paradoja.
¡Espero que lo disfrutes y te aporte!
Gracias por tu atención.
Úrsula