Nuestro testimonio, muchas veces, es más audible que nuestras palabras. ¿Qué ven otros en mí? ¿Soy confiable o no? ¿Reflejo lo que Cristo está haciendo en mi vida?
Estas son preguntas a las que debemos regresar con frecuencia para mantener nuestra vida en el lugar correcto.
El llamado de Dios es directo, claro y requiere acción.
¿Qué vas a hacer cuándo Dios te llame?
Queremos toda la paciencia y la comprensión cuando fallamos, pero cuando somos los ofendidos esperamos que se haga justicia. ¿Cómo trata Dios con nosotros? ¿Cómo quiero que Dios trate conmigo? ¿Cómo estoy tratando a otros? ¿Cómo debería tratarlos? La respuesta a estas preguntas se encuentran en este pequeño versículo, pero con una riqueza enorme y provechosa.
¿Cuál es mi intención al acercarme a personas que no están en Cristo? ¿Lo hago por afinidad o lo hago por compartir el evangelio? ¿Cuál debería ser mi motivación para estar con diferentes personas?
El salmista nos da una idea de cual debe ser nuestra actitud para con aquellos que continúan rechazando a Jesús.
¿Cómo estoy viviendo mi fe? ¿Estoy realmente viviendo lo que digo creer?
¿Qué debo hacer para vivir de la manera que se supone que viva?
Al igual que un padre, Dios busca corregirnos únicamente buscando nuestro propio bien. ¿Cómo estamos aceptando esa corrección? ¿Entendemos el propósito que hay en ella? ¿Estamos conscientes de que nuestras decisiones siempre van a traer una consecuencia?
¿Cuándo buscamos a Dios, siempre o solo en momentos de angustia? La angustia no nos permite ver con claridad, pero a veces es la única manera de que hagamos aquello para lo cual fuimos creados.
¿Tienen las bendiciones de Dios un propósito? ¿Cuál? ¿Por qué quiere Dios bendecirnos? ¿Son estas bendiciones para nuestro bienestar únicamente? O, ¿hay quizá un propósito mayor?
En este episodio exploramos que tenía que decir el Rey David al respecto y si ponemos atención, nuestra perspectiva con respecto a las bendiciones de Dios podría cambiar radicalmente.