
La dictadura sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha intensificado su ofensiva contra la Iglesia católica con un comunicado insultante y sin precedentes, contra el Vaticano. Este ataque, además de ser una muestra de desesperación política, refuerza el aislamiento internacional del régimen y confirma su intento de imponer una Iglesia subordinada al Estado, en la línea de los regímenes totalitarios que han buscado destruir la autonomía del catolicismo. Este es un acto de amedrentamiento contra los fieles y un intento de aislar a la Iglesia en su papel profético de denuncia contra la represión.
La decisión de desconocer el nombramiento de monseñor Rolando Álvarez como obispo de Matagalpa es un acto de violación a la libertad religiosa y al derecho internacional, pues la Iglesia católica, como institución universal, tiene la facultad exclusiva de nombrar a sus autoridades sin interferencia del Estado. Este intento del régimen de controlar la Iglesia nicaragüense es un claro reflejo del galicanismo autoritario, que busca romper la comunión con Roma y establecer una estructura religiosa dócil a sus intereses. No lo va a lograr!
La dictadura sandinista ha convertido a la Iglesia en uno de sus principales enemigos porque la considera una voz moral de resistencia ante sus abusos y su represión. Sin embargo, la historia demuestra que los intentos de los regímenes autoritarios por someter la Iglesia han fracasado, y el régimen de los Ortega-Murillo no será la excepción. La fe del pueblo y el compromiso de la Iglesia con la justicia y la verdad seguirán siendo más fuertes que cualquier intento de manipulación del poder.