
Una casa a las 8:53pm. La mesa servida, los cuerpos presentes, las almas ausentes. Papá con la máscara del proveedor, mamá con la máscara de la mártir, los hijos con la máscara del “buen niño” y del ruido. Todos queriendo ser vistos, todos escondidos detrás de un papel.
Ki Tavó nos confronta con la maldición más brutal: no pecar, sino vivir sin alegría, desconectados, cumpliendo por inercia. Eso es Karet: estar vivo y al mismo tiempo cortado de la fuente.
En este episodio exploramos cómo la alegría auténtica —leshem shamayim— es el antídoto contra la muerte que respira, por qué la autenticidad es la pedagogía invisible que los hijos heredan, y cómo la mesa vacía puede volver a llenarse de presencia.
La bendición no está en inventar algo nuevo, sino en volver al origen: ser absolutamente tú.