El soberano del cosmos es así: un Dios que sabe escuchar y que puede recapacitar sus decisiones por amor.
Cuando la vida, los sueños y los ánimos se detienen es bueno escuchar que la promesa sigue vigente: algo va a suceder. En verdad algo va a suceder en tu vida porque la vida que está en manos de Dios siempre es camino hacia enfrente.
Hay tiempo de decir adiós. Es parte de las estaciones de la vida. Sólo hay que saber discernir cuándo deben llegar las despedidas y recordar que la promesa de Dios sigue vigente aún cuando nuestros caminos puedan separarse.
El significado de la promesa, “serás de bendición”, se encuentra en el camino, en las relaciones que se tejen en la travesía hacia la tierra prometida y bajo el azar que supone estar vagando por caminos desconocidos.
La solución no está en construir torres que lleguen al cielo, sino en hacer aquello que has sido llamada y llamado a hacer: disfruta de lo que Dios da, ama a tu prójimo, vive en justicia, abraza la misericordia. Lo demás ha de ser añadido a su tiempo.
Siempre hay señales de promesa: podrá llover, pero nada te podrá separar del amor de quien te ama sin límites.
Justo donde hay quienes escuchen y se unen es el lugar donde surge un arca de salvación que puede desafiar cualquier diluvio, cualquier violencia y cualquier mal que venga.
No hay destino, no hay nada escrito, no hay condena: todo puede ser nuevo.
El Paraíso es aquel lugar donde están los solitarios que se han convertido en anfitriones de los demás y que, siendo confrontados con la propia existencia, saben que hay vida, y que si viven es porque son amadas y amados.
Siempre hay pequeñas semillas de Edén que nos acompañan y que pueden hacer crecer el recuerdo de aquello que fue declarado hace tanto tiempo: la vida vale la pena ser vivida porque hay alguien que nos ama.
Porque no hay nada más cristiano que tener ganas de que pasen cosas.
Porque hay días en que necesitamos empezar otra vez.
No te amoldes, nunca dejes que te metan en un molde para tomar otra forma que no sea la de Jesucristo.
No todo tiene un propósito, pero sí una dirección: el amor de Dios.
Si la vida se está volviendo demasiado compleja, regresa a lo básico.
No decidas (1) cuando estás enojado o triste; (2) cuando estás emocionado; (3) cuando es muy tarde.
El principio de la sabiduría es saber que Dios está presente y que nosotros estamos delante de Dios, siempre. Toda decisión debiera partir desde su perspectiva y toda acción nuestra debe mostrar que Dios en verdad reina.
No hay oraciones que no sean válidas mientras sean honestas y no hay una medición de la fe necesaria para orar, pues es gracia de Dios. A Dios le interesa todo lo que tienes que decir (y, en ocasiones, que callar).
Los Herodes de este mundo bien pueden ser transformados, pero no tenemos necesidad de estar cerca mientras eso ocurre.
No regreses con tus Herodes: anda por otro camino.
Abre bien los ojos, escucha con cuidado los susurros, siente con esperanza lo que el corazón y la piel dicen porque Dios se manifiesta cada día para acompañarte por el camino. No sé si será “el año de bondad”, pero sin duda será un tiempo en que Dios se manifestará.