
India, 1980. Tras ocho años de planificación, construcción y promesas, la planta industrial de Bhopal dedicada a la producción de pesticidas abría sus puertas. Se presentaba como un símbolo de modernización agrícola: una instalación capaz de abastecer localmente los insumos necesarios para combatir las plagas que amenazaban los cultivos del corazón de la India. Para muchos, significaba empleo, progreso, yuna esperanza tangible en medio de la precariedad.