
Lo que empezó como una búsqueda ávida por los libros y la espiritualidad, se volvió una vocación: la profesión del librero.La pasión por los clásicos y las grandes obras literarias marcaron un deseo de influir en las lecturas del público; sin embargo, y como la empresa nace de un acto de generosidad, el éxito consiste en respetar y considerar los gustos de los otros como algo imprescindible en el diálogo entre la librería y su clientela. Así, la valiosa diversidad entre grandes libros y otras preferencias del público construye un misterioso camino que conduce al crecimiento comunitario.