Si quieres amar de verdad–, sin garantías, sin máscaras–, empieza por mirar a los ojos. Mira cuánta conexión hay ahí. Qué tan presente está el otro. Y qué tanto estás tú también.
Nada es realmente nuestro, excepto los momentos que vivimos con el corazón abierto. No nos llevamos posesiones ni títulos, pero si la huella de cada abrazo, cada risa, cada instante que nos hizo sentir vivos.
Conozco ese sentimiento de frustración. Ver como otros están logrando lo que tú quieres lograr. Ver en redes como celebran sus logros y desesperarte porque sientes que el tiempo pasa y tal vez no lo vas a lograr y tal vez entra un pensamiento invasivo de qué tal si nunca llegó ahí. Lo entiendo. Y lo único que te puedo decir es esto: Sí va a pasar.
Cuando entiendes que muchos reaccionan desde sus heridas, dejas de tomártelo personal y empiezas a responder con compasión, como lo haría Dios.
Tal vez todo eso que buscamos.. Ya está ahí. Eso que sientes, cuando compartes una sonrisa, cuando te entregas a eso que amas.
El amor de una relación para largo plazo tiene que tener los 5 dedos de la mano.
La composición química del brillo de la luna habita en tu piel. Si formulamos una ecuación matemática con los factores de la vida el resultado te hará entender que prácticamente eres un milagro.
El cuerpo es el espejo del alma, y los pensamientos son el agua que empaña o limpia ese reflejo.