
Alguien dijo hace poco “trabajar, trabajar y trabajar”. De seguro no se estaba refiriendo al teletrabajo o a su adecuación ocasional #COVID19, trabajar en casa. Por cuenta del COVID, el #teletrabajo cobró una importancia inusitada. Todos debíamos encerrarnos para protegernos, incluidos los trabajadores.
Este inesperado visitante terminó de tajo con unos cuatro millones de empleos en #Colombia y más de 200 millones en el mundo, según #OIT. Y podrían ser mas. Quienes conservaron su empleo, podían trabajar en casa. Pero no es tan sencillo como parece. O ¿sí? Al final, para el ciudadano de a pie, solo se trata de cambiar de lugar de trabajo. Pero el tema resulta más complejo de lo que parece. ¿Qué es lo que hace la diferencia?
¿Teletrabajar o trabajar en casa? He ahí el dilema. La respuesta es sencilla: El trabajo no es simplemente un lugar al que se va. Es una actividad que se hace en cualquier lugar y se evidencia a través de diversos mecanismos.
Desde el año 2008 se promulgó la #ley1221, que permitía que los trabajadores colombianos pudieran realizar el #trabajoencasa, haciendo uso de las #TICS -tecnologías de la información-. A eso se le llamó #teletrabajo. Transcurridos doce años, se vincularon a esta modalidad de trabajo sólo 122 mil personas. ¿Porqué tan pocos?
Los empleadores interpretaron que la ley era para favorecer la inclusión laboral de los sectores más vulnerables de la población: #personasensituacióndediscapacidad, #desplazadosporlaviolencia, #mujerescabezadehogar, #poblaciónreclusa y personas amenazadas, entre otros. Otros más, interpretaron que era un instrumento diseñado específicamente para empleados públicos o para personas que trabajan sentados al frente de un computador.
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