
Voy a iniciar con un comentario de un gran amigo “Recuerda que los pintores no veían con buenos ojos a los fotógrafos” La verdad es que desde sus inicios fue así. Me permito citar a Miriam Santamaría, quien en el portal de la Universidad Veracruciana publicó lo siguiente:
“Podríamos decir que está visión de la fotografía como arte viene heredada de la década de los 60 cuando los artistas parecían más preocupados por el concepto y la idea que en la propia materialización de la obra. Por ejemplo, hay artistas que hacen uso de la fotografía para expresar sus emociones.”
Debemos partir en que La fotografía se presentó al mundo el 19 de agosto de 1839. Y solo era accesible a los profesionales y a los ricos burgueses que en aquellos años se podían permitir gastar cantidades ingentes en algo tan novedoso. No es sino hasta el 4 de septiembre de 1888 que George Eastman patentó la primera Kodak, con el fin de facilitar a todo el mundo el acceso a la fotografía por un precio mucho más bajo de lo que había por aquel entonces. En aquel entonces costaba 25$. El sueldo medio de un trabajador llegaba a los 15$ semanales.
La fotografía siempre ha incomodado a la gente, incluso a aquellos que hacen uso de ella, cuando hubo la transición de analógico a digital muchos se resistieron a ese cambio y cuestionaron el profesionalismo de aquellos que migraron a la fotografía digital peor aún para aquellos que se iniciaron en la fotografía digital sin haber experimentado los procesos analógicos. Como diría uno de mis maestros Rafael Delgado “Existen los puristas de la fotografía” la cosa es que estos extremismos no nos llevan a nada bueno y peor aún tarde o temprano las masas terminan normalizando estos nuevos procesos dejándonos en la misma encrucijada a la que Darwin llamó “Evolución por selección natural”.
Para este punto me voy a apropiar de una reflexión del Maestro Wilson Prada en relación a la visión del autor basado en un análisis que realizó sobre las obras de Barthes y Foucault. Wilson realizó un post que expresa lo siguiente: “La fotografía es y será inacabada y su muerte es y será un mito, pues su capacidad de adaptación tecnológica y su poder para moldear la cultura sobrepasa su propia existencia como acto.” Esta reflexión nos acerca más a una opinión certera sobre ¿Qué pensar sobre si la inteligencia artificial representa una amenaza para la fotografía?
Este gran ensayo de Elbert Hubbart nos invita a pensar que no importan los medios siempre y cuando el mensaje llegue a su destino. Debemos internalizar que el concepto de arte (para bien o para mal) como una expresión de belleza o de estética se está deconstruyendo que los aforismos del arte con los cuales nos formamos o incluso crecimos están siendo abolidos por una serie de eufemismos representados por una nueva masa que tarde o temprano se terminará imponiendo en nuestra cultura por lo que si no queremos terminar como las jirafas de cuello corto nos toca adaptarnos a esta nueva normalidad.
La tecnología avanza a pasos agigantados, quizás la fotografía o el rol del fotógrafo tal y como los conocíamos se vaya extinguiendo pero eso no significa su muerte, cómo diría Wilson no es más que un mito. Prevalecerá el rol de ese autor que sin importar los medios que utilice buscará transmitir un mensaje, posiblemente a través de un nuevo canal y con una nueva forma de comunicar. En la actualidad ese sentido estático de mostrar el arte ha sido reemplazado por un canal más provocador e incluso desafiante, pasa en la música, en el cine y por ende en todas las expresiones de arte habidas y por haber.