La oración perseverante es fruto de la fe. Jesús nos invita a orari siempre y sin desfallecer, aun en las circunstancias más difíciles.
Sí, es necesario el esfuerzo; sí, la puerta es angosta... pero está abierta y todos cabemos. Aunque seamos los últimos, seremos los primeros.
Jesús no da su paz, pero no la da como la da el mundo. La paz de Jesús no es facilona, tibia, es de fuego y es de entrega. Seamos constructores de paz para se hijos de Dios
¿Qué nos pideJesús en este domingo? Mientras lo esperamos... hacer lo que tenemos que hacer.
Al dinero y a los bienes materiales se les debe dar el valor que deben tener, ni menos, ni más. La avaricia es un tipo de idolatría que puede llevarnos a alejarnos de Dios y de los hermanos; nos puede llevar a perder el alma. Somos ricos porque tenemos a Dios, nada más es necesario.
Jesús nos enseña a orar: nos dice qué decir, qué pedir y cómo pedir.
Jesús nos enseña que antes de entregarnos a los afanes de esta vida, de nuetra vocación, de nuestro apostolado, debemos ocupar un tiempo, sentados a los pies de Jesús para escuchar sus palabras
El verdadero maestro de la caridad es el samaritano, los eclesiásticos de dejaron llevar por la indiferencia y por vivir su religión como una teoría
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espiritu Santo, tres personas distintas, un solo Dios verdadero. Dios comunidad se nos da a conocer para que nosotros por él tengamos vida.
Pidamos a Dios Espíritu Santo que experimentemos, como efecto de su su presencia en nuestro corazón, el deseo de tener a Dios en el centro de nuestra vida y de caminar de acuerdo a lo que él nos pide.
Aunque Jesús ya no está a la vista, ni a ninguno de los sentidos, y está sentado a la derecha del Padre, su ascensión no es ausencia, es presencia nueva: a través del testimonio de los cristianos que hacen suya la Pascua de Cristo y a través de la acción de la Iglesia, especialmente los sacramentos, Jesús sige actuando en la historia.
Jesús nos hace un encargo que incluye una promesa: nos pide cumplir su palabra por amor a él y nos promete habitar, junto con el Padre y el Espíritu Santo en nuestras vidas. Nos hace dos regalos para poder cumplir su palabra: el Espíritu Santo y la paz que viene de él.
En medio de una conmoción interna y externa, Jesús nos invita a glorificar a Dios y a amarnos
El Señor es nuetro pastor y nosotros somos las ovejas de su propiedad, su rebaño. Reconocemos su voz, nos conoce y lo seguimos. Este es el sólido vínculo que Jesús quiere establecer con nosotros.
Fragmento del poema de Juan Pablo II, Tríptico Romano, sobre la elección del Papa por los Cardenales en la Capilla Sixtina
El Señor resucitado nos invita a obedecer las indicaciones que él nos da; la Iglesia sigue echando las redes, con Pedro a la cabeza; Jesús es quien nos ofrecer una abundante pesca.
Jesús, con su presencia, quiere desterrar de nuestras vidas el miedo y la incredulidad, quiere que haya paz en nuestra vida. El sana nuestras heridas con las suyas.
Iniciamos con gozo al Semana Santa, recibiendo a Jesús agitando nuestras palmas en su entrada a Jerusalén; pero también lo acompañamos en el misterio de su Pasión y de su Muerte, para gozar nuevamente con su resurrección.
La misericordia de Jesús no tiene límites. Entiende y perdona al pecador, pero lo invita a conversión. La mujer del Evangelio es perdonada y, con ello, restituida en su dignidad.
Las tragedias, las catástrofes no son castigo de Dios; él nos tiene paciencia. Pero también nos urge, nos apremia a la conversión, ese es el camino de la verdadera felicidad. No nos cansemos de escuchar su voz.