
Al acercarnos al final del año litúrgico, la Iglesia nos ofrece palabras fuertes de Jesús. No para asustarnos, sino para despertarnos. Mientras algunos admiran la belleza del templo, Jesús anuncia: “Días vendrán en que de todo lo que están viendo no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.”
No es un mensaje de terror; es un llamado a mirar más allá de lo visible y a anclar nuestra vida en lo que no pasa.
La liturgia de hoy no quiere que vivamos con miedo al “fin del mundo.” Quiere que vivamos con esperanza.
Nos prepara para la gran fiesta de Cristo Rey, donde confesamos que solo su Reino permanece.