Durante aquella noche de tanta consecuencia en la que Buda alcanzó la Iluminación, se dice que pasó por varias fases distintas de despertar. En la primera, con la mente «sosegada y purificada, sin mácula, libre de contaminaciones, suavizada, maleable, fija e inamovible», dedicó su atención al recuerdo de sus vidas anteriores. He aquí lo que nos dice de esa experiencia:
“Recordé muchas, muchas existencias anteriores. Había pasado por uno, dos nacimientos, tres, cuatro, cinco..., cincuenta, cien..., cien mil, en distintos periodos del mundo. Lo sabía todo acerca de estos diversos nacimientos: dónde se habían producido, cuál había sido mi nombre, en qué familia había nacido y qué había hecho. Reviví una vez más la buena y la mala fortuna de cada vida y mi muerte en cada vida, y una y otra vez volví a la vida. De esta manera recordé innumerables existencias previas con todas sus circunstancias y sus rasgos característicos exactos. Este conocimiento lo obtuve en la primera vigilia de la noche.”
Práctica de la atención. Técnicas de meditación. La mente en la meditación.
Encerrados en la jaula oscura y estrecha que nosotros mismos nos hemos fabricado y que tomamos por el universo entero, muy pocos podemos empezar siquiera a imaginar otra dimensión de la realidad.
Reflexionar sobre la muerte tiene por objeto producir un auténtico cambio en lo más profundo de nuestro corazón. (...) Muchas veces esto exige un periodo de retiro y contemplación profunda, porque sólo así abriremos verdaderamente los ojos a lo que estamos haciendo con nuestra vida.
¿Por qué es tan difícil practicar la muerte y practicar la libertad? ¿Y por qué exactamente nos asusta la muerte al punto de evitar contemplarla cara a cara ? Dentro de nosotros, en los más hondo, sabemos que no podemos evitar eternamente enfrentarnos a ella.