
En este episodio, exploraremos la esencia de tener un corazón para Dios, entendiendo que la entrega y la actitud son componentes esenciales de nuestra relación con Él.
Es como el matrimonio: una entrega voluntaria acompañada por un corazón apasionado que anhela estar unido para siempre. Como dice 1 Samuel 16:7, "Jehová mira el corazón". ¿Qué diría Dios sobre nuestro corazón esta tarde?
I. Lo que No es un corazón para Dios:
Ser Duro (piedra) Cerrado: Este corazón se caracteriza por su dureza y cerrazón. No reconoce la necesidad de cambio y se aferra al pecado secreto. La solución radica en la confesión y la renuncia, como nos enseña Efesios 4:18.
Ser Frío (hielo) Apagado: Este corazón ve la verdad pero carece de pasión o interés. Se conforma con la comodidad y la apatía espiritual. La solución es arrepentirse y volver a los primeros amores, como se menciona en Apocalipsis 2:4.
Ser Hipócrita (carne carcomida) Podrido: Este corazón está lleno de información pero carece de aplicación práctica. Es una manifestación de orgullo y falta de humildad. La solución implica humillarse, servir y fortalecer la relación con Dios en lo secreto, como nos enseña Marcos 7:6.
Ser Religioso (Huevo hueco) Desviado: Este tipo de corazón se enfoca en lo externo pero carece de verdadera devoción interior. Es una forma sutil de idolatría basada en prioridades equivocadas. La solución implica buscar a Dios en tiempos de búsqueda, oración y ayuno, como nos enseña Hechos 17:22-23.
Conclusión:
Todos enfrentamos luchas en estas áreas de nuestro corazón. Reconocer estas manifestaciones de orgullo y buscar la transformación es fundamental para cultivar un corazón genuino para Dios. En el próximo episodio, exploraremos cómo podemos cultivar un corazón que refleje la pasión y la entrega total a nuestro Señor.
Que este mensaje nos desafíe a todos a buscar un corazón que arda con amor y devoción por Dios.