
La Palabra de Dios es vida y tiene el poder para cambiar tu cuerpo, alma y espíritu. Pero el enemigo intentará que las semillas de Dios no entren en tu terreno poniendo piedras sobre él y endureciendo cada vez más nuestros corazones. Tenemos que construir una barrera y cerrarle la puerta al diablo para que las semillas de Dios florezcan y den prosperidad en nuestras vidas.