Este Viernes de Oración es un tiempo para reconocer que la mayor fortaleza de nuestra vida se encuentra de rodillas, cuando doblamos nuestro corazón delante de Dios. Es un día para buscar su rostro, rendirle todo y recordar que lo eterno es lo único que permanece. A través de la oración, afirmamos nuestro llamado, nos disponemos a ser usados por Dios y clamamos por la salvación de nuestras familias, nuestra ciudad y el mundo entero.