
Si después de años de fe seguimos necesitando “leche” y evitando lo sólido, estamos en la guardería espiritual: sin práctica constante en la Palabra no hay discernimiento para distinguir lo bueno de lo malo ni madurez para sostener a otros. Este devocional invita a dejar la prisa y el entretenimiento, formar una dieta bíblica diaria y crecer hasta enseñar con criterio. Madurar es pensar con la verdad y vivirla.