
Este miércoles 23 de julio reflexionamos profundamente sobre la segunda bienaventuranza de Mateo 5:4: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” No se trata de un llanto cualquiera, sino del quebranto por el pecado y la desobediencia. A través de las historias contrastantes de Judas y Pedro, comprendemos la diferencia entre remordimiento y arrepentimiento genuino. Judas sintió pesar, pero no se volvió a Dios; Pedro, en cambio, lloró amargamente y fue restaurado. Dios no sugiere el arrepentimiento, lo exige. El verdadero cristiano no se justifica, se quebranta ante la santidad divina. También exploramos Romanos 7, donde Pablo describe la lucha constante con el pecado, y cómo la victoria solo llega por medio de Jesucristo. Este devocional nos llama a no confiar en nuestras fuerzas, sino a depender completamente de la gracia redentora de Dios. Que hoy podamos llorar con propósito… y hallar consuelo eterno.