
En este devocional de lunes 21 de julio, reflexionamos sobre el paso acelerado del tiempo y la importancia de vivir cada día con conciencia y gratitud. El pastor nos recuerda que cada uno dará cuenta a Dios por su propia vida, y nos invita a meditar en la segunda bienaventuranza: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.” Con el ejemplo del rey David y su arrepentimiento genuino en el Salmo 51, entendemos que hay un llanto aprobado por Dios, un sufrimiento que purifica y transforma. El mundo evita llorar y prefiere aparentar alegría, pero la verdadera bendición está en reconocer nuestro pecado y buscar el consuelo divino. No hay gozo más profundo que el de ser perdonado. Hoy, Dios te llama a humillarte, a llorar si es necesario, y a recibir su consuelo. Que esta semana inicie con un corazón sincero delante de Él.