
La inteligencia artificial ya no es una promesa del mañana: es un actor estructural del presente. Desde los mercados financieros hasta la seguridad internacional, su influencia es real, creciente y profundamente estratégica.
En este capítulo analizo cómo la convergencia entre IA y cómputo cuántico está reconfigurando el poder global. Hablamos de algoritmos que gestionan billones en activos, negocian contratos, optimizan cadenas logísticas… y también vulneran cifrados, operan sistemas militares y redefinen el equilibrio internacional.
El dilema ya no es si adoptarla, sino cómo gobernarla. Porque en este escenario, la omisión no es neutralidad: es renuncia anticipada al control del propio destino.