
Durante años, Occidente creyó que todo adversario podía ser persuadido si se le ofrecían incentivos suficientes. El acuerdo nuclear de 2015 con Irán nació de esa premisa. Pero el régimen no cambió. Solo ganó tiempo.
Mientras se levantaban sanciones, Irán fortalecía sus milicias, sostenía dictaduras aliadas y expandía su influencia disruptiva. No buscaba integración: buscaba ventaja.
La campaña de “Máxima Presión” activada desde 2018 propuso otro enfoque: límites claros, consecuencias concretas. No pretendía reformar al régimen, sino contenerlo. Y aunque sus efectos no son definitivos, logró lo que décadas de diálogo no pudieron: frenar el avance.
Este dilema —diplomacia frente a fuerza— no es exclusivo de Medio Oriente. También interpela a Colombia. Porque hay actores que no buscan acuerdos para construir paz, sino para estirar el conflicto y ganar poder.
La pregunta no es si negociar o confrontar, sino si estamos leyendo bien al adversario.
#DesafíosDelDesarrollo #AdrianZamora #Geopolítica #Irán #Seguridad #Diplomacia #Colombia #PolíticaExterior