
¿Qué pasa cuando el poder tecnológico deja de ser herramienta y comienza a disputar el control del mundo?
La salida de Elon Musk del gabinete de Trump no es solo un dato político: es una señal del tiempo. Vivimos una era donde los Estados ya no gobiernan solos. Donde la soberanía no solo se disputa entre fronteras, sino también entre plataformas, algoritmos y magnates.
Musk no logró rediseñar Washington como una empresa. Pero su breve paso por el gobierno dejó al descubierto un conflicto más profundo:
👉 el ascenso de las tecnocracias privadas frente al poder público.
👉 la fragilidad de las democracias frente a intereses que no responden al voto, sino al mercado.
Mientras China consolida un modelo de gobernanza tecnológica vertical, Occidente enfrenta su propio dilema: ¿cómo regular a quienes ya controlan infraestructura, guerra y opinión?