
Vivir en santidad implica muchos sacrificios, pero vale la pena. Tu vida está segura en manos de Dios, no importan las luchas o pruebas en el camino, Cristo te ama, murió por ti y se merece que tú vivas en santidad.
Nadie sin la plena dirección del Espíritu Santo puede en verdad ser considerado santo, él es el que nos guía a toda verdad y a toda justicia (Juan 16:13) por lo que necesitamos de su presencia e instrucción cada día de nuestra existencia para saber qué es y como mantener la santidad.