Es posible estar rodeados de la verdad y aún así no dejar que nos transforme. Podemos leer la Biblia todos los días, escuchar sermones inspiradores, incluso hablar de ella con otros… y, sin embargo, continuar con actitudes, hábitos y pensamientos que no reflejan a Cristo.
La Palabra es como un espejo. Te muestra quién eres y cómo estás. Pero si solo la escuchas y no haces nada, es como mirarte en un espejo, ver que tienes algo que arreglar… y salir igual, como si nada hubiera pasado.
Nuestra mente muchas veces quiere entender todo, quiere encontrar respuestas claras, quiere que la vida siga un orden lógico. Pero Dios no siempre trabaja según nuestras matemáticas, ni según las reglas que conocemos. Sus caminos son más altos que los nuestros.
Los procesos que más duelen son también los que más nos moldean. Son los que nos obligan a depender, no de nuestras fuerzas, sino de Dios.
En esos valles descubrimos algo: que la presencia de Dios es real. Que cuando oramos, cuando cantamos, cuando nos llenamos de Su Palabra, algo cambia en nosotros. Tal vez la situación externa no cambia de inmediato, pero dentro de nosotros aparece una paz que sobrepasa todo entendimiento.
La fe no siempre se ve perfecta. A veces se ve agotada, pero firme. Rota, pero esperanzada. Si estás cansad@ pero aún crees, este episodio es para ti. Un recordatorio de que Dios está contigo… incluso en tu debilidad.
No todo lo que cargas hoy fue hecho para esta etapa. Hay pensamientos, relaciones y hábitos que necesitan soltarse. En este episodio hablamos del minimalismo emocional: vivir liger@, vivir enfocad@, y hacer espacio para lo que Dios quiere traer a tu vida.
Vivimos en una cultura que exige felicidad constante. Pero hay días en que simplemente no estamos bien… y eso también está bien. Hoy reflexionamos sobre la presión de estar felices todo el tiempo y el gozo profundo que solo se encuentra en la presencia de Dios.
No todo lo que parece productividad es saludable. A veces, estamos tan ocupad@s que no nos damos cuenta de que estamos huyendo de lo que sentimos. En este episodio hablamos de la ansiedad que se disfraza de eficiencia… y de la paz verdadera que solo Dios puede ofrecer.
Compararnos constantemente nos agota. Las redes sociales y las expectativas externas pueden hacernos sentir que vamos “atrasados” en la vida. Pero la verdad de Dios es diferente: cada quien tiene su paso, su tiempo y su propósito. Este episodio es un recordatorio de eso.
En este episodio hablamos sobre esa lucha interna que muchos enfrentamos: esperar del ser humano lo que solo Dios puede dar. Conversamos sobre la importancia de enfocar nuestra mirada en Jesús, de depender de Él por encima de las circunstancias, emociones o decepciones. Cuando dejamos de mirar hacia los lados y levantamos los ojos al cielo, encontramos paz, dirección y fuerza para seguir. Un recordatorio de que todo lo que realmente necesitas… ya está en Él.
Después del desierto hay bendición.
Si hoy la prueba sobre tu vida parece ser muy grande, si las circunstancias se te han tornado adversas, si hoy tienes muchas preguntas, muchos porqués, muchos cuando, si hoy te sientes desfallecer a causa de la adversidad o la tentación; te ánimo y te exhorto a que no te rebeles, Dios tiene un plan maravilloso para tu vida, Dios tiene bendición para usted, Él te está formando, Dios busca vidas que hablen a otros, es decir vidas proféticas, personas que sin hablar palabra, sino sólo con su testimonio y con la madurez que han alcanzado en el desierto lleven y reflejen su gloria, Jesús se acuerda de ti, lo tiene en su mano. y tiene planes maravillosos que desea llevar a cabo en tu vida. No te rindas, recuerda, Dios al que ama disciplina.
Cuando nada tenga sentido para nosotros y cuando los problemas parezcan ser más grandes de lo que podemos soportar, recordemos que Dios nos fortalece. Apartemos los ojos de las dificultades y miremos a Dios, Él sigue siendo nuestra fortaleza.
Hoy contamos con la ayuda del Espíritu Santo que nos guía a toda verdad y nos ayuda a comprender la Palabra de Dios.
¿Está tu alma cansada del estrés de una situación difícil? Hay paz, la paz de Dios, esperándote más allá de las puertas de la gratitud intencional. Pero la única manera de encontrarla es yendo ahí por ti mismo. La paz de Dios es una de las muchas bendiciones que viven en el otro lado de la gratitud.
Oración + agradecimiento = paz.
¿Qué haría Jesús? ¡Es una buena pregunta! ¡Hagámosla a menudo! Busquemos conocer verdaderamente cómo piensa el Señor, a través de su Palabra escrita (la Biblia). Busquemos discernir cómo los apóstoles y otros seguidores de Jesús vivirían si caminaran entre nosotros hoy en día. Si conocemos verdaderamente a Jesús, debemos seguir sus pasos y hacer su voluntad.
Nuestras palabras deben ser usadas para amar y no para destruir. Los cristianos deben ser reconocidos por su amor, primero para con Dios y luego para con otros (Marcos 12:28-31). Nuestras palabras deben ser usadas para ayudar, sanar, enseñar, edificar y, de mayor importancia, para proclamar las buenas nuevas de Jesús. Antes de hablar debemos preguntarnos, ¿lo que voy a decir edifica? ¿Pueden estas palabras causar daño? Aun en la instrucción y confrontación, nuestras palabras deben ayudar y no condenar (Gálatas 6:1).
Vivir en santidad implica muchos sacrificios, pero vale la pena. Tu vida está segura en manos de Dios, no importan las luchas o pruebas en el camino, Cristo te ama, murió por ti y se merece que tú vivas en santidad.
Nadie sin la plena dirección del Espíritu Santo puede en verdad ser considerado santo, él es el que nos guía a toda verdad y a toda justicia (Juan 16:13) por lo que necesitamos de su presencia e instrucción cada día de nuestra existencia para saber qué es y como mantener la santidad.
Por muy difícil que sea, aunque las cosas parezcan ponerse cada vez peor y veas tus circunstancias como un enemigo gigante que está por terminar contigo, permanece quieto porque el Señor peleará por ti.
Cuando nos desesperamos, tendemos a hacer muchas cosas para “ayudar a Dios” y lo único que logramos es agotarnos y retardamos el milagro que Él tiene para nosotros.
Permanece quieto, sin importar el nombre que tenga tu enemigo (deuda, problemas familiares, falta de trabajo, problemas legales, enfermedad, etc.) porque cuando Dios pelea tus batallas puedes estar seguro que verás su gloria.
Para alcanzar nuestra madurez espiritual necesitamos de una metamorfosis. La transformación progresiva de oruga a mariposa nos conducirá a la conversión genuina, llevándonos por el camino de victoria y de transformación verdadera: “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20.
"Prefiero ser vulnerable si Dios es mi fortaleza".
"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo." - 2 Corintios 12:9