
Hay un texto de Hans Hacke, que releo ahora, que habla de los museos como gestores de la conciencia. Y lo que propone es mirar al mundo del arte —y en especial a los museos— sin romanticismos: como parte de una maquinaria que produce sentido, valores, ideologías.
De cómo la censura —casi siempre— no viene de afuera, sino de adentro, por miedo a incomodar.
El texto fue publicado en 1983. Pero releerlo hoy, en tiempos de ajuste, privatización y relato monocorde, no sólo es necesario.
Es urgente.
“Si el arte contribuye entre otras cosas a condicionar nuestro modo de ver el mundo y de configurar las relaciones sociales, entonces hay que tener en cuenta qué imagen del mundo promueve y a qué intereses sirve.” Hans Haacke