Después del milagro del nacimiento, nuestro cuerpo inicia una travesía de transformación física increible. Nuestro cuerpo maravilloso que albergó y nutrió a nuestro bebé durante nueve meses, comienza a encogerse gradualmente a medida que el proceso de involución uterino tiene lugar. Los senos, ahora convertidos en una fuente vital de alimentación, experimentan cambios asombrosos para adaptarse a la lactancia materna. Todo esto a la par del enamoramiento con la adorable criatura que tienes entre manos, nuestro propio cuerpo también se reinventa, recuperando su fuerza y vitalidad poco a poco.