A veces, lloro a escondidas, pero no del mundo, sino de mí. Me trago las lágrimas, me ahogo el llanto, porque no tiene ningún caso dejarlo salir. El mundo está sordo y el universo… ¡Bah! Ese es el más vil, ése no sabe cuánto es que nos hace sufrir a los que tenemos consciencia. Quizás un ave o un árbol tengan una concepción del mundo más amena que la que tiene el ser humano, porque, de no ser así, ya también se habrían suicidado. Es por eso que los seres humanos nos aniquilamos, porque no soportamos tanta claridad, preferiríamos la neblina… el ruido… y la oscuridad que da de beber a la ignorancia antes que esta desgracia llamada «verdad».
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