
La exigencia de la “prueba de virginidad” en la Biblia era un reflejo de una sociedad patriarcal y legalista, donde el cuerpo de la mujer estaba vinculado al honor familiar y al control social. No era un mandamiento divino sobre el valor de la mujer, sino una norma cultural. Sin embargo, Jesús nunca exige “pruebas de virginidad”, más bien, enseña sobre; el valor igual de hombres y mujeres, el perdón por el pasado,
y la pureza del corazón, no solo del cuerpo.