
Todos compartimos la misma base: la vida, la humanidad y la tierra. Sin embargo, no todos estamos en la misma posición; existen diferencias sociales, económicas y de poder. No permitas que nadie te haga sentir menos que los demás. Tu valor no depende de lo que otros piensen, ni de la función o el lugar que ocupes en la sociedad, sino de lo que Dios dice de ti. Confía en Él y conviértete en la persona que quiere que seas.